I don't wanna hear about the bad blood anymore ▬ privado.

I don't wanna hear about the bad blood

5 de Enero ▬ 02:00 A.M ▬ Wyb.

El insomnio es un trastorno común, o eso dicen. Pero fuera común o no, era algo que afectaba en demasía la rutina de Valkyrie. Cuando todos los alumnos descansaban plácidamente en sus camas, ella permanecía desvelada, merodeando por el castillo procurando no ser vista. Así que aquella noche no fue una excepción. Avanzó despacio por los pasillos de su torre, hasta llegar a una de las enormes ventanas. Dio y un leve salto y se subió al alféizar. Permaneció apoyada en el marco del vano, sin miedo a caerse al vacío. Observó las vistas del lago, era precioso. Si ella supiera nadar, habría pasado toda su vida haciéndolo, le parecía algo fantástico. Pero no, no sabía y no era capaz de aprender.

No le importó demasiado que alguien la sorprendiese, ya que no tenía pensado que eso fuera a ocurrir. Claro que, si eso sucedía, lo más probable era que perdiese el equilibrio y se cayese al vacío. Decidió dejar de hacer el estúpido y se sentó, con las piernas colgando por la ventana. Aquello continuaba siendo peligroso. Cualquiera que la viese pensaría que era una demente, una suicida o que simplemente era demasiado valiente y no le tenía miedo a nada. La realidad era mucho más sencilla. Intentaba conciliar el sueño de alguna manera, así que quiso observar la luna hasta que su cuerpo estuviese cansado.

No obstante, ya estaba cansada, pero de todos. De su padre, de sus compañeros, de su vida. Se rió entre dientes, a la vez que pensó que estaba jodidamente amargada y que debía dejar de ser tan antisocial. Pero es que el dichoso tema de la pureza de la sangre privaba su libertad de establecer amistad con quien le viniera en gana. Cerró los ojos y deseó que todo aquello terminase.

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5 de Enero ▬ 02:00 A.M ▬ Valky

— Nos vemos mañana —Susurró, moviendo la diestra de un lado a otro, despidiéndose de aquella pelirroja que se iba del lado contrario, con libros en mano y la vista perdida entre la penumbra de la noche.

Wyb emprendió camino hacia la torre, tratando de pasar rápido y en silencio. Todas las noches se las pasaba con ella, platicando, charlando e incluso riendo de cualquier cosa. Todo estaba cambiando, y el castaño lo sentía, lo sabía. Aun así, los hechos no cambiaban que ella era una chica de sangre sucia, y por más que tuvieran aquella amistad, siempre estaría muy por debajo de los estándares permitidos por su familia y amigos; nada de lo que hicieran podría cambiarlo, absolutamente nada.

Las enormes puertas de madera crujían ante el aire gélido que se adentraba entre sus envergaduras. Wyb caminó con más velocidad, volteando constantemente para avistar a algún prefecto, pero por suerte, no había nadie. Llegó rápido a la torre, subiendo la escalera en espiral con largos brincos, desplazándose con más calma y con una sonrisa en sus labios, la cual se deslizaba ante los pensamientos alegres de las noches pasadas que albergaban el recuerdo de ella. Wyb era otro, o al menos interiormente. Su mente ya no seguía con intentos prosaicos por las sangres sucias, exclusivamente hablando de ella; más sin embargo, todo era tan complicado como tan simple. Él lo sabía, y mientras seguía su camino hacia el alto cielo de Vatten, simplemente se dignaba a disfrutar los pocos lapsos en los que podía ser el mismo, y nadie más.

El último escalón, y se sintió extrañamente aliviado. Alzó la vista y emprendió camino por el enorme pasillo principal, observando como la enorme luna alumbraba las ventanas, introduciéndose con alevosía por ellas, dejando un muy exuberante resplandor plateado. Ake sonrió, caminando con más calma, disfrutando aquellos momentos de la madrugada, sintiendo como su pecho se regularizaba, pero su corazón seguía con latidos veloces y pausados. Un instante después, una silueta curvada en uno de los ventanales se alumbro por la luna, dejando ver una cabellera azabache y ondulada, cayendo por la espalda como una cascada oscura. Wyb supo inmediatamente de quien se trataba, o al menos lo intuyó enseguida.

— Sjöberg —Dijo, con el tono más mínimo permitido en esos momentos, mientras que se acercaba lentamente, tratando de no asustar a la morena, quien parecía hipnotizada por el paisaje aledaño al castillo—. No lo hagas, Valkyrie. Tendremos que limpiar la sangre de las llanuras del castillo —Bromeó estúpidamente, recargando sus codos sobre al alféizar, justo al lado de la chica, esperando que todo estuviera bien.

Con ellos, nunca se sabía que podía estar pasando.

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5 de Enero ▬ 02:00 A.M ▬ Wyb.

Sonrió levemente al escuchar unos pasos. No le hizo falta girarse al escuchar aquella voz masculina, para saber que se trataba de Ake. Era inconfundible. Valkyrie era de ese tipo de personas que analizan todo en los demás: el modo de andar, las reacciones, el tono de voz, los gestos, la forma de hablar y todos esos aspectos en los cuales no todo el mundo tiende a poner su atención. No obstante, a ella le agradaba ser tan meticulosa, por lo menos en eso ya que solía percatarse de todas las debilidades de esas personas a las que tanto tiempo dedicaba a observar.

Tampoco se asustó al escucharle, pero no pudo evitar preguntarse qué le traía por aquel lugar a esas horas. Claramente, estaba volviendo de alguna parte, pero al no ser asunto suyo, no preguntó. Básicamente, porque no le importaba lo más mínimo.

— Yttredäll — imitó, con el mismo tono de voz que el muchacho. Continuó dándole la espalda, hasta que sintió cómo apoyaba los codos en el alféizar, justo al lado de ella. Después rodó los ojos, riéndose levemente ante el comentario del Vatten. — Mi sangre es demasiado pura como para ser derramada. Sé que el mundo no aguantaría sin mi. — comentó, sarcástica. Solía acostumbrar a hacer aquel tipo de comentarios prepotentes y altaneros, pero su verdadera personalidad era todo lo contrario. En ocasiones sentía que su forma de ser se había distorsionado con los años y que había acabado siendo algo que no era, o mejor dicho, había acabado siendo nada. ¿Quién eres Val?

— ¿Qué te trae por aquí? — preguntó, por hablar de algo. No es que supiese de que hablar, sino más bien todo lo contrario, ya que tenía dificultades para conversar con los demás sin resultar desagradable o demasiado egocéntrica. Realmente no tenía ningún tipo de interés en saber qué andaba haciendo Wyb, pero no tuvo más remedio que preguntarlo porque no se le ocurrió otra posible forma de hablar con él.

Ellos dos siempre eran así. Tenían cosas en común, pero también diferencias, lo cual causaba una especie de tira y afloja en el cual podían molestarse mutuamente o hablar como personas civilizadas.

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5 de Enero ▬ 02:00 A.M ▬ Valky

Las conversaciones entre ellos eran muy extrañas. «¡No te importa! ¿Para qué quieres saber?» Nunca había un trato especial, amable o con un ligero toque de respeto entre ellos. Lo sabían de antemano, y con eso les bastaba para poder estar juntos, aunque sea por unos minutos; tener un poco de conversación con aquella morena, quien había compartido salón con el castaño desde hace ya seis años, más sin embargo, su relación no era tan estrecha como algunos pensarían. Tira y afloja: ese sería el contexto exacto.

— El mundo extrañara tu presencia, aunque lo superaría en menos de un día —Contestó, mirando hacía el oscuro porvenir, viendo aquel brillo incesante que reflejaba la luna sobre el rió que estaba contiguo al castillo—, y tu sangre serviría de pintura para estas paredes mórbidas —Agregó, mirándola de refilón, viendo ese perfil tallado en marfil y con una precisión exacta. ¿Guapa? Claro que se le hacía una chica atractiva, pero era esa actitud que hacía que Wyb la viera como una amiga más, exageradamente hablando.

— Eso no es tu asunto, Valky —Contestó ante aquella pregunta, sonriendo de oreja a oreja, moviendo su vista hacía el fondo del abismo, observando pequeñas ramas de los robles, golpeando la piedra estaba sosteniendo las paredes de la estructura—. Sería genial saltar desde aquí —Susurró, cambiando abruptamente de tema, formando una mueca en sus labios; una mueca que se curvaba con malicia, mezclada con cierto toque de picardía—, ¿y tú qué haces aquí? —Dijo, volviendo a cambiar de tema, sin previo aviso ni metodología para socializar. Simplemente hablaba como aquella pelirroja que minutos atrás estaba en su compañía.

¿Extraño? Quizá…

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