Lechuza prometida. {Abjörn}

Norell se había citado junto Abjörn enviándole una lechuza. Desde hacía pocos días sabía que él iba a ser su futuro marido, el padre de sus hijos, puros por obligación. Al parecer todos ya lo sabían, incluyendo así a su hermano. Todos menos ella quien desconocía el por qué tenía que casarse desde tan joven, aún le faltaba mucha vida por delante y no quería atarse a alguien desde tan temprana edad y mucho menos con alguien diez años mayor que ella. Pero tenía que acatar las reglas de su padre, no podía quejarse, de hecho no podía ni abrir la boca delante de él porque sabía que cualquier cosa que diría sería completamente inútil.

Llegó al bosque prohibido y se sentó en la rama de un tronco, miró la nada y escuchó unas voces. Se giró y se encontró con una serpiente, la cual le estaba hablando. Nor, por suerte, había practicado su pequeño don, Pársel. Pero el hablar pársel no era una ventaja si no le salvaba de un matrimonio sin amor. Nor le contestó a la serpiente sin despegar los ojos de ella.

Hacía ya mucho tempo que no iba a visitar su antigua academia. Aquel lugar le traía muy buenos recuerdos, y la verdad, es que en cualquier otra situación le habría hecho gracia eso de volver a estar en los terrenos, pero hoy no estaba de humor. No estaba allí por placer, ojalá, si no por que había quedado allí con su futura esposa. Maldijo a sus padres por lo bajo. Él no quería casarse, y menos con una cría a la que vagamente recordaba. La ultima ves que la vio ella debía tener, que, ¿dos años? ¿Algo menos? Mientras que el tendría trece, catorce. Pero no podía quejarse. Nunca había contradicho a sus padres en nada, y este no sería el momento, pero no por eso iba a estar tirando cohetes.

Además, el lugar donde se habían citado tampoco le emocionaba mucho. El bosque. Que bien, no había algún lugar más maravilloso que un bosque lleno de bichos, animalejos y a saber que cosas más. Aunque una cosa buena que tenía, es que, ya que la posibilidad de hablar en casa de alguno de los dos quedaba completamente eliminada, al menos les ofrecería más privacidad que un café. Cada vez veía el bosque más cerca, y empezó a preguntarse que debería decirle a la chica. Se dio cuenta de que no se acordaba de su nombre, si no que solo se acordaba del apellido. Se estrujó un poco los sesos para acabar recordando de que se llamaba Norell. Vio una silueta a lo lejos, y supuso que sería ella. En cualquier otro momento o con cualquier otra persona, se habría preocupado mínimamente de su aspecto físico. Pero ahora no le podía importar menos que se llevara una buena o una mala impresión de él.

- Hola. - Dijo, nada más llegar a su lado. Era bastante guapa, no se iba a engañar. Pero ahora ya no sabía que decir. ¿"No me pienso casar contigo"? Era lo más directo, y lo que habría dicho normalmente. Pero ahora tenía que obrar con cuidado, o si no todo se iría a la mierda. Decidió dejarse guiar un poco por lo que ella dijera.

Mantuvo una corta y extraña conversación con aquella serpiente. A pesar de estar acostumbrada a su don le seguía pareciendo raro el verse a ella misma hablar con una serpiente. Lo único que tenía asegurado es que no sería atacada por una de estas o eso esperaba. La serpiente desvaneció entre las hojas cuando se escucharon unos pasos. Nor se giró y vio al chico, parecía más joven de lo que ella imaginaba pero la diferencia de edad era bastante notable, diez años aproximadamente de diferencia lo cual le cortaba muchas posibilidades de tener algo en común. Nor tragó saliva.

— Hola.— Dijo finalmente. No se atrevió a mirarle fijamente, de hecho no solía hacerlo con casi nadie, una pequeña manía que tenía. Solía mirar el cabello, las orejas, las cejas, la nariz, pero nunca los ojos a excepción de cuando quería amenazar o intimidar. — Supongo que serás Abjörn, ¿no? no te recuerdo.— Y ojalá no te hubiese vuelto a ver. Sus palabras eran frías y quebradas. — ¿Quién ha sido? ¿Tu padre o el mío?— Finalmente lo soltó, estaba deseando que dijese que había sido el suyo para poder convencer a su padre de retirarlo, de que Abjörn no era bueno para ella pero tenía un ligero presentimiento de que no era así.

Observó a la chica de arriba a abajo, para volver a mirarla a los ojos. Se dio cuenta de que ella no lo hacía, y se preguntó si sería porque era tímida o alguna estupidez por el estilo. Bueno, tampoco era su problema. No sabía muy bien si alegrarse o no cuando supo su nombre, porque significaba que la chica que estaba delante suyo no era otra que su futura esposa. Bueno, si no lo impedía. - Y tú eres Norell. Has cambiado mucho desde la última vez que te vi. - Su voz no desprendía simpatía alguna. Abjörn no quería tener nada que ver con la chica, no tenía porque ser agradable con ella, no le traería beneficio alguno. - Tendrías dos años, así que tampoco me extraña. - No sabía porque estaba diciéndole esto. Lo que quería era solucionar todo aquello lo más rápido posible y volver a Estocolmo.

- Creo que ha sido algo planeado por ambos desde hace mucho. - No le había hecho gracia alguna enterarse de que estaba prometido, y la verdad, es que había protestado. Por una vez en su vida, había discutido por algo importante con su padre. Pero al final, tampoco había habido nada que él hubiera podido hacer para cambiarlo, lo cual le molestaba como nunca nada lo había hecho antes. - No me quiero casar contigo. - Lo dijo, sin dudarlo dos veces. Era mejor dejarlo claro des de un principio. - ¿Hago mal suponiendo que eso es reciproco?