There aren't losers here, baby ▬ Halden

título del tema

06/01 ▬ 19:30 ▬ Halden

Había pasado la tarde en el campo de Quiddith, esquivando bludgers que ella misma había encantado, y lanzando a los aros desde posiciones imposibles. Algunas tardes era lo único capaz de distraerla. Sola, con su  escoba,  sobrevolando el campo, marcando tantos, que le llenaban de viveza en su interior. Era un escape. Ese momento del día que decía basta a todo el mundo. Algunos días sólo se subía a la escoba y daba vueltas por el campo, subiendo, bajando, virando, sin dirección alguna. Otros se sentaba en las gradas, oculta entre las sombras, demasiado helada como para volar Pero ya había terminado. Regresó al colegio cubierta de agua nieve, que ya era nieve acumulándose en las ventanas. La oscuridad era absoluta, pero aquello no era extraño. Las horas de luz solar en invierno eran pocas y debían aprovecharlas lo mejor posible.

Estaba sentada en la galería de armadura, con el cabello sedoso y goteando, después de una ducha reparadora. La mayoría de las personas en el castillo no sabían lo que hacía cuando desaparecía. Y es que el campo no estaba siempre abierto al público, ella buscaba el momento para forzar el candado, adentrándose en su propio mundo de fantasía. Sentada allí, con un libro en el regazo, no podía evitar pensar que era su momento favorito del día, qué va, tal vez de todo el año. Un secreto que guardaría en su interior hasta el final de sus ideas. Tan preciado como las noches con su padre cuando este volvía del trabajo. Todo en el mismo cajón, de una vida que no podía sacar al exterior.

El ruido de las chirriantes armaduras, y el sonido de una flauta desde el salón de música le impidieron oír que alguien se acercaba. Aún así lo notó. Una figura que conocía tanto como la propia, alzándose entre las sombras. No sonrió, ni levantó la mirada. Le mantuvo vigilado desde el rabillo del ojo, con la cabeza gacha, dejándole dar el primer paso. Le gustaba hacer eso, hacerle sentir que tenía el control, cuando era la única que lo poseía. El juego peligroso que le movía, y le daba unos minutos más de vida. El gato y el ratón, sólo que eran dos gatos, jugando a perseguir la cola del otro.

©BAD BLOOD

Cause with you, everything tastes like victory.

06/01 ▬ 19:30 ▬ DAGMAR

Daba igual a dónde fuera, dónde pretendiese esconderse. Ella estaba ahí, como una sombra que te persigue. Y, joder, te acaba alcanzando. Porque por más que corras, ella es más rápida que tú. Así era su vida, siempre intentando huir de un destino que no estaba dispuesto a dejarlo escapar. Uno que, de hecho, le cerraba las puertas a cualquier otro lugar. Pues su camino estaba marcado, con enormes carteles e incluso flechas luminosas. Un sendero iluminado con los haces de esperanza que otros tienen sobre ti, ahí, cargándote los hombros con mochilas que tú no has llenado. Da igual lo que quieras, lo que hagas, lo que pidas. Porque es así, otros lo decidieron sin preguntar siquiera; pues tu opinión no importa. Solo importa que seas capaz de cumplir la espectativas, de llegar a la meta antes que nadie, sano y salvo, con la cabeza bien alta.

La vio, sentada en medio del pasillo, y cualquier cosa que hubiese ocurrido ese día dejó de tener sentido. La sonrisa apareció sola, sin pedir permiso, sin molestarse en disimular. Advirtió cómo le caía el pelo húmedo sobre los hombros, y cómo parecía inmersa en esa lectura que poco le importaba, pues ambos sabían que su atención estaba puesta en él. Y a Halden le dieron igual los planes que tenía para la tarde, porque ahora todos se resumían a ella. Caminó sin decir una palabra y se arrodilló a su lado. Alargó la mano deliberadamente y tomó su barbilla, haciendo que dejase de mirar el libro para mirarlo a él. Ya puedes dejar de disimular. Pensó, mientras se inclinaba hacia adelante para depositar un beso suave en un punto indefinido de su mejilla, más cerca de lo que debería a la comisura de sus labios. Después se levantó y se sentó frente a ella, con la espalda pegada a la pared, mirándola desde el otro lado del pasillo. Estiró las piernas, y unió las plantas de los pies con las de ella, formando así una barrera en el suelo. Solo sonrió, sin pronunciar una palabra.

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